La Vuelta 1978, los cimientos de las Grandes Vueltas de Bernard Hinault
El último Tour de Francia
ha terminado con una victoria de Geraint Thomas, coincidiendo con la
celebración del 40ª aniversario de la primera de las cinco victorias de
Bernard Hinault. Pero la primera Grande que figura en el palmarés del
último ganador francés de la Grande Boucle, fue la 33ª edición de La
Vuelta, que se disputó en la primavera de 1978.
La historia
recordará que, en el plan de carrera trazado por Cyrille Guimard, su
mentor, Bernard Hinault supo esperar hasta cumplir los 24 para
participar en su primera Gran Vuelta, sin fase de aprendizaje previa.
Cuando le pedimos que bucee en sus recuerdos, rescata lo siguiente:
“Corrimos La Vuelta en abril, como preparación al Tour de Francia, para
saber si aguantaba 21 días de competición. Y demostré que eso no iba a
suponer problema alguno”. El 25 de abril de 1978 llovía en Gijón, cuando
se celebró el prólogo de 8,6 km que ganó el bretón con el dorsal 31 a
sus espaldas, por delante del belga Ferdi Van den Haute. “Sentía mucho
respeto y algo de miedo por los escaladores españoles, porque venían de
participar en varias carreras por etapas, lo cual no era mi caso”,
añade.
Seguía lloviendo entre León y
Valladolid durante la 4ª etapa de esa ronda, y el pelotón recorrió 21
km. Esa jornada representa la mitad del palmarés de Patrick Lefévère, el
manager con más éxitos a sus espaldas en el último cuarto de siglo. En
su etapa como corredor, sin embargo, el jefe de filas de Quick Step solo
sumó además otro triunfo en la Vuelta a Levante 1976. Cuando llegaron a
la capital de Castilla y León, el belga, compañero del líder de la
carrera en el equipo Marc-Zeepcentral y ganador en solitario, comentó
irónico: “Vengo de tres semanas de bronquitis y vine a España buscando
sol…”.
Otro de los recuerdos que marcaron
el Tour de Francia 1978 fue la huelga de ciclistas, protestando por las
“medias etapas”: entraron a pie en lugar de esprintar en Valence d’Agen.
Hinault, líder del movimiento, había descubierto unos meses antes, en
León, que los corredores podían defender y ganar sus causas frente a las
autoridades. Liderado por Txomin Perurena, el pelotón amenazó a La
Vuelta 1978 con no tomar la salida si no era reintegrados los cinco
corredores excluidos la víspera por haber sido remolcados.
Los escaladores españoles
preocupaban a Hinault, pero los abanicos le complicaban la tarea.
Condenaron a Enrique Cima, mientras los gregarios belgas se atiborraban.
En aquella época, los corredores se entregaban en cuerpo y alma para
poder disfrutar del pedazo de tarta que se les guardaba en caso de
victoria de etapa. Así fue como el equipo Renault-Gitane se impuso en
Ávila y Calafell gracias a Willy Teirlinck antes de la segunda crono de
Barcelona, cuya corta distancia (apenas la mitad del prólogo – 3,8 km),
no permitió a Hinault formar diferencias significativas. “No conocía los
puertos del día siguiente” confesó.
La Vuelta 1978 contó con 99
participantes y se disputó en la mitad norte del país. Con el entonces
maillot amarillo a sus espaldas, que había fortalecido en Santa
Margarita de Montbuy (12ª etapa de 19), Hinault salió de Cataluña hacia
el País Vasco, sin ser todavía conocido como “El
Tejón” (“Le Blaireau”, en Francia). « Hinault, maestro y puntillero »,
tituló AS. Rascaba segundos de bonificación en todos los sprints
posibles, intermedios o finales, imponiéndose incluso ante los sprinters
para ganar una etapa en Logroño.
La víspera del último fin de
semana, lideraba la general por 40 segundos, justo delante del catalán
José Pesarrodona. Contaba con 56 segundos de bonificaciones en el
contador. El orgullo lo empujó a la hazaña con el fin de evitar las
críticas que podrían surgir por una victoria demasiado ajustada. Contra
el reloj, el último día, su dominación quedaría sentenciada. Nadie
esperaba que atacara la víspera, en el puerto de Ortuna, a 98 km de la
meta de Amurrio, cuando el español, Andrés Gandarias y el italiano Leone
Pizzini caracoleaban con 5 minutos de ventaja. “Me fui sin querer, para
divertirme y cuando vi que nadie era capaz de seguirme continué hasta
la meta”.
El ciclismo, contado por Bernard
Hinault, parece simple. Poco antes de su fallecimiento el pasado 27 de
mayo en Durango (lugar en el que fue neutralizada la etapa debido a una
serie de incidentes), A. Gandarias - que disputaba en 1978 su última
Vuelta después de una fructífera carrera profesional (terminó 5º en el
Tour de Francia 1969 que ganó Eddy Merckx) - habló de esos pocos minutos
en los que se creyó capaz de aferrarse a la rueda del joven francés.
“Sufrí como un perro”. “¡Fue increíble!”, coincide Van den Haute.
« Rodamos a tope, si no nos hubiera sacado diez minutos ». Los
resultados de la contrarreloj de San Sebastián no fueron contabilizados e
Hinault ganó la general con 2’52” de ventaja sobre Pesarrodona y 3’47’’
sobre su compañero Jean-René Bernaudeau, neo pro de 21 años y hoy en
día actual manager del equipo Direct Energie.
Fuente: Prensa La Vuelta
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