El espectáculo del ciclocross en el País Vasco


Creo que me he enamorado

Siento cosas. Se me encoge el estómago. Me estremezco. Creo que me he enamorado, no es la más guapa, ni la más elegante y sin duda no es la más limpia. Viste de marrón y es del País Vasco. Su nombre es ciclocross.

Perdonen ustedes que me ponga tan poético pero es que vivir un fin de semana entero de ciclocross en el País Vasco es otra cosa. Dos grandes carreras como la del sábado en Llodio y el domingo en Muskiz, dos circuitos totalmente diferentes pero una misma pasión.

Llegando al circuito de Llodio empecé a darme cuenta que el ciclocross en el País Vasco es otro nivel. De primeras por el gran número de participantes y por los circuitos que montan allá por el norte. Son espectaculares.

Pasaban las horas y estaba yo con mi cámara gozando como un niño viendo ciclocross por todos lados, sin parar, charlando con los ciclistas, sintiendo su agonía y su esfuerzo como propio. Pero llegó un momento en el que el dedo de mi mano derecha se encasquilló y no pudo lanzar más fotos. Simplemente mi cuerpo se paralizó al sentir un tremendo estruendo, la tierra vibraba a mis pies, saque la cabeza de mi cámara y vi una multitud de gente animar al paso de los Egoitz Murgoitio, Aitor Hernández, Javier Ruiz de Larrinaga, Aketxa Peña, Jonathan Lastra, etc…

Al ver pasar a los ciclistas a toda velocidad por el circuito, y sobre todo oír rugir a la afición vasca al paso de sus ídolos, se me pusieron los pelillos de punta. Como cuando la chica que te gusta de tu pueblo te cruza una mirada cuando tenías 16 años.

Creo que me he enamorado. Se llama Ziklokross y vive en el País Vasco.

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