La París-Brest-París 2015, un evento ciclista único y auténtico


No están claros los motivos que pueden llevar a alguien a explorar los límites de su
rendimiento, en algunos casos cerca del sufrimiento agónico, pero así es el deporte de
ultrafondo, que cada vez gana más adeptos en todo el mundo.
El máximo exponente del ciclismo de larga distancia es la París-Brest-París, una prueba
que se celebra cada 4 años, recorriendo la región de Bretaña desde el pueblo de Saint-
Quentin en Yvelines (cerca de París) hasta el extremo noroccidental de Francia, en la
ciudad de Brest, y vuelta al punto de partida. La prueba es organizada por el Audax Club
Parisien y tiene un formato no competitivo, en el que el único objetivo para la mayoría
de los participantes consiste en completar los 1230 kilómetros de recorrido en menos
de 90 horas. Para ello, los ciclistas deben pasar por una serie de controles distribuidos a
lo largo del recorrido, en los que tienen a su disposición servicios como camas, duchas y
comida. También existen controles secretos en puntos no especificados por la
Organización, que sirven para controlar que los ciclistas no se desvíen por atajos.

Más de seis mil ciclistas procedentes de todos los continentes tomaron la salida desde la
tarde del pasado domingo 16 de Agosto de 2015 hasta la mañana del lunes 17 en el
Velódromo de Saint-Quentin, distribuidos en grupos de 500 participantes como máximo.
La distribución en horarios evita una aglomeración excesiva en las carreteras y obliga a
cada uno a gestionar su propio tiempo. Entre los participantes se puede ver todo tipo de
máquinas, desde bicicletas clásicas hasta velociclos con carenado, pasando por triciclos,
tándems o bicicletas reclinadas.
La París-Brest-París es la prueba ciclista más antigua del mundo, y se convierte en un
auténtico evento festivo para los habitantes de los pueblos por los que discurre, en una
región donde se vive una auténtica pasión por el ciclismo. Muchos vecinos sacan mesas
con comida y bebida y algunos pueblos reciben a los ciclistas con música de gaitas o
acordeones. Es una experiencia única que todos los amantes del ciclismo auténtico
deberían vivir al menos una vez en la vida.

La expedición madrileña estaba formada por más de 30 ciclistas procedentes de varios
clubes, principalmente el GDC Pueblo Nuevo, que organizó un viaje en el que contó con
un par de vehículos de apoyo (básicamente para transportar algunos utensilios, comida y
ropa para que los ciclistas pudieran disponer de ellos en puntos concretos de la ruta)
cedidos por la Federación Madrileña de Ciclismo.

La comitiva partió de la sede de la Federación Madrileña de Ciclismo en la noche del
jueves 13 de Agosto y regresó a Madrid el sábado 22, una vez terminada la prueba.
Estableció su "concentración" en el hotel Campanile La Verriere, cerca del "Velodrome"
de Saint-Quentin en Yvelines, la localidad donde la prueba tenía la salida y meta.
Además de los ciclistas, en la expedición viajaron cuatro personas que realizaron el
apoyo desde dos vehículos de la Federación Madrileña de Ciclismo, que fueron rotando
por los puntos de control para prestar la asistencia necesaria. Un abnegado servicio,
realizado impecablemente por Paco, Cristina, Mario y Oscar. ¡¡Muchas gracias!!

El sábado 15 de Agosto, tras la verificación de iluminación de las bicicletas y recogida de
las acreditaciones, los miembros de la expedición madrileña pudieron disfrutar de las
instalaciones del Velódromo, intercambiando sonrisas con ciclistas procedentes de los
cinco continentes, todos ilusionados con la aventura que emprenderían al día siguiente.

Los primeros ciclistas tomaron la salida el domingo 16 de Agosto a las 16:00 h. Se trataba
de los más rápidos, cuyo objetivo era bajar de 80 horas. Los grupos continuaron saliendo
de quince en quince minutos, la mayoría entre las 17:00 h y las 20:00 h, con el límite
estándar de 90 horas. Los últimos participantes en tomar salida, en la madrugada del
lunes 17, eran quienes se habían fijado el límite de 84 horas para completar el
recorrido. Las carreteras se llenaron de ciclistas multicolores de todos los continentes,
convirtiéndose en un incesante reguero de luces rojas tintineantes durante la
madrugada, una preciosa imagen que resume la esencia del ciclismo randonneur. En la

París-Brest-París es imposible que un ciclista se pueda encontrar solo, siempre hay
compañía a lo largo de los 1230 kilómetros de recorrido. Aparte de la dificultad física
(cansancio, problemas musculares, posturales, tendinitis, etc...), el ciclismo de larga
distancia requiere el despliegue de ciertas habilidades (como la capacidad de
organización, la estrategia, la resistencia mental, el control del sueño, etc...) que
convierten este tipo de pruebas en algo muy diferente de las carreras ciclistas
habituales.

Aunque hubo varios retirados por problemas físicos, más del 80% de los participantes
madrileños pudo completar la prueba dentro del tiempo límite, por lo que podemos
calificar su participación como un éxito. Todos los integrantes de la expedición eran
ciclistas con experiencia en pruebas de larga distancia, ya que para poder participar en
la PBP es obligatorio haber realizado al menos la serie completa de Brevets (Pruebas de
calificación) en la temporada 2015, sobre las distancias de 200 km, 300 km, 400 km y
600 km. El GDC Pueblo Nuevo es todo un referente del ciclismo de larga distancia en
Madrid y en España, con records de participantes y total de kilómetros recorridos en las
brevets organizadas por él. Y por tanto, una garantía de que los expedicionarios
contaban con el nivel de preparación adecuado para afrontar un reto tan motivador
como éste.

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