Papá, de mayor quiero ser ciclista

A lo largo de estos artículos, he hablado de las escuelas, de los entrenadores, de los organizadores, de carreras y de ciclismo en general. Pero hay unas personas de las que no hemos hablado y que sin duda se lo merecen: los padres.
Los padres, son esos que te dan la vida, que sin haber nacido todavía,  ya nos querían.

Gracias a ellos la mayoría de nosotros supimos que el ciclismo sería parte de nuestra vida. Fueron ellos los que nos enseñaron desde pequeñitos a dar pedales y a mantener el equilibrio.

Ellos nos llevaban a los entrenamientos, fueran a la hora que fueran e hiciera el tiempo que hiciera. No rechistaban porque sabían que eso era lo más importante para notros.
Ellos eran  las segundas personas más nerviosas en una carrera. Los primeros, por supuesto, éramos nosotros. Pero ellos, aunque no competían, lo pasaban mal.  Cuando nos caíamos, cuando bajábamos a toda velocidad por cuestas muy pendientes o cuando veían en nuestra cara que hoy no ha sido un buen día para correr.

Es curioso. La de sacrificios que se pueden hacer cuando quieres a una persona. Y en el caso de los padres de un ciclista, los sacrificios son innumerables. Permanecen de pie horas y horas para verte competir, están hartos de cocinar pasta y filete o pescado a la plancha, te mantienen los pies en la Tierra y siempre deben tener la frase perfecta, esa que nos ayudará en cualquier ocasión, ganemos o perdamos.

Ellos nos enseñan que, con esfuerzo y a conciencia podemos conseguir lo que nos propongamos. Que no solo hay que tener aptitudes, sino que hay que trabajarlas y desarrollarlas al máximo, pues solo así llegaremos a nuestro límite. Nos han enseñado que una derrota no es el fin del mundo, a pesar de que nosotros digamos que sí;  y que una cuesta abajo es un momento perfecto para coger carrerilla y empezar a subir de nuevo.

Ahora que tengo conciencia de todo esto, que soy algo más “mayor”, me doy cuenta de las locuras que han hecho mis padres para que yo esté, aquí y ahora, como estoy.

Porque hay padres que te acompañan a entrenar, hay otros que van detrás con el coches y hay otros que están pendientes del teléfono por si tienes algún problema; hay padres que gritan durante toda la carrera, hay otros que van corriendo a tu lado durante todo el circuito para animarte, hay otros que hacen fotos a la vez que te animan y hay otros que se quedan en el sitio que más te cuesta para que cuando pases por ahí sepas que no estás solo.

Hay muchos tipos de padres, pero no podéis negarme una cosa: los padres de un ciclista están hechos de otra pasta. Y sin ellos, no seríamos la mitad de lo que somos. Por ello, no os olvidéis de dar las gracias a vuestros padres de vez en cuando, es lo mínimo que se merecen.


Referencia

Cristina Arconada
Estudiante de Periodismo e Historia
Ciclista equipo EnBici (MTB, ciclocross y carretera)
twitter: @CrisBiciclista
facebook: https://www.facebook.com/cristina.arconada.9

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