Una París Roubaix en primera persona, por Iván Gómez


"Cualquier aficionado al ciclismo unirá estas dos ciudades a la épica, a la dureza, al sacrificio, a la reina de las clásicas, se acordará del barro, las caídas, los gritos y alientos, le sonará a victorias legendarias, por supuesto sentirá…. los adoquines, pavé, cobbles.

Para mi desde que era muy pequeño algo me atraía con fuerza hacía el mundo del ciclismo, todavía jugábamos a la chapas en el parque. Época de Indurain por supuesto, pero de grandes corredores también como Rominger, Zulle, Chiapucci, Bugno, Argentin. Una grandísima época del ciclismo que por suerte viví, entre esas carreras de chapas en el parque disfrutaba de las grandes vueltas y por supuesto de las clásicas, entre ellas la reina, La París-Roubaix.

Desde entonces supe que algún día cumpliría el sueño de poder recorrer esos sectores tan míticos del pavé, me propuse como promesa dedicarle ese bonito homenaje a mi padre, al que tanto quiero y que tanto me quiso cuando estuvo conmigo.

Pues bien ese día llego este año en 2014, viajamos a Lille donde nos hospedamos. Una bonita ciudad una Grand Place bastante atractiva. El sábado 14 fue el día para los cicloturistas, para alguien novato en el adoquín como yo mismo, se entre mezclaba el nerviosismo, con el respeto y las ganas de empezar.


A las 8 de la mañana nos pusimos en marcha para recorrer los 177km desde Busigny, una niebla espesa lo cubría todo, se veía unos 6 o 7 metros por delante. Entramos en los primeros sectores de pavé sin ver a la lejanía cuando saldríamos de cada sector. En los primeros tramos los bidones de agua volaban por el suelo, esto ya hacia presagiar que el viaje tendría muchas turbulencias. En el 40km primer avituallamiento, paramos a intercambiar sensaciones unos y otros, las manos ya doloridas y en la izquierda ya me acompañaba un desgarro en la palma, ya sea por novato, por no estar acostumbrado a llevar guantes o por x , pero ahí estaba y lo tendría de acompañante todo el camino.

Después de salir del avituallamiento, partí un porta bidón y perdí el bidón, me quedé sin liquido, por suerte mi amigo Rubén Basilio me hizo de sherpa toda la marcha, ya que al si le aguantaron los dos bidones hasta el final. El cielo fue abriendo, empezaba a salir el sol entre tramo y tramo, finalmente el cielo se despejo justo cuando llegamos al 70km, justo para llegar a un bosque. Parecía que el sol nos marcaba y nos dejaba bien claro por donde íbamos a rodar, en efecto llegamos a Trouée d'Arenberg. Un momento clave en la marcha, sientes que esas imágenes que tanto y tanto se repiten en tu mente se van a hacer realidad. El bosque se abre lo justo para marcar el camino a recorrer. En mi opinión el tramo más complicado de adoquín, sin posibilidad de escapatoria por los laterales y una calidad extrema, sin embargo fue uno de los sectores que mejor pasé.
 

Cuando pasas la barrera empieza todo a vibrar, intentas mantener la respiración e imprimir toda la fuerza posible a las pedaladas, notas como si la bici se fuera a partir por la mitad, por un lado la cabeza te retumba en cada golpe y castiga tus fuerzas, por otro lado la mente te dice “Sii!! Lo estamos haciendo!!” y continuas sin parar, sin mirar el Garmin solo miras hacía delante y apretando los dientes. Finalmente pasas los 2.400m miras hacia atrás y respiras…. Lo conseguí. 

Sin tiempo para recuperar quedaban por delante 100km, el tiempo se volvió mucho más agradable. Fuimos pasando sectores hasta que llegamos al segundo avituallamiento.

Después de pasar el sector de Orchies, llegó el momento más crítico para mi físicamente, fue el momento de pasar por Mons on Pevele, ahí las manos me dolían muchísimo, las piernas igual, buscando las escapatorias y evitando lo máximo posible pasar por el centro.

Rubén y yo quedamos con nuestra penitencia particular pero pasando cada tramo sanos y salvos, sin averías mecánicas ni problemas graves. Llegamos al tercer avituallamiento y con la mente puesta en los pocos sectores que nos quedaban pero uno resaltaba todavía sobre el resto, quedaba atravesar otro mítico sector… el Carrefour de L'Arbré. Las pocas fuerzas que nos quedaban las reservamos para pasar lo más rápido posible por este tramo, aquí un inglés nos pasó como una bala pero nada más pasar se abrió al lateral y salió despedido al exterior del campo, por suerte el chico se levantó riendo y sería una mera anécdota que contar. Estos 2.500mt se hicieron duros, sobre todo por el cansancio que ya hacia mella y por las manos doloridas.

Una vez pasado Carrefour de L'Arbre, únicamente nos restaban dos tramos, Gruson y Willems a Hem, con la suerte de no haber tenido ningún problema serio entramos en Roubaix marcando 7 horas, al entrar por la recta que lleva al velódromo, me invadía la felicidad por haberlo conseguido.


Entramos al Velódromo y dan ganas de quedarse dando vueltas una y otra vez, tomas el peralte y encaras la recta… Lo hicimos!! Y sobre todo lo conseguiste tú también papa!!  


Un sueño y una promesa cumplidos.

Quería dar las gracias, a mis amigos Fernando, Rubén y Kike, compañeros de viaje, que hicieron de esta aventura algo que recordaré siempre. Agradecimientos a Amaro Bikes y a Kasper Wheels , porque tanto la bici como las ruedas aguantaron perfectamente todo el castigo que fue cada sector de adoquín. Y desde aquí os animo a seguir cumpliendo vuestros sueños, objetivos o simplemente que disfrutéis de la bici como lo estoy haciendo en este momento yo.

Un saludo enorme a los amigos de Ruedalenticular.com
".

Iván Gómez                             

1 comentario:

  1. Enhorabuena!! Un sueño cumplido, una victoria personal. Y una maravilla de fotos!

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