El Tour de Francia se despide de la montaña con una etapa alpina rompepiernas


El Tour de Francia vivió ayer su gran concurso de vatios/kilo, una hora de la verdad a más de 2000 metros de la altitud que repartió las cartas con las que se jugarán las partidas de hoy jueves, travesía alpina, y el próximo sábado, cronoescalada hasta La Planche des Belles Filles. Se cruzó el Rubicón y ahora todo el mundo sabe si le corresponde luchar por el podio, o por la victoria en la general, o por un puesto entre los diez primeros. Normalmente, en esta fase de la carrera los equipos pasan a una mentalidad defensiva, prefiriendo blindar su botín hasta París antes que apostarlo. Los espectadores, sin embargo, nos gusta más el sueño que la siesta frente a un pelotón compacto.

El trazado de la 18ª etapa del Tour de Francia no está hecho para dormir, sino para soñar. No hay un metro de llano real y los puertos más duros del día son el primero, Cormet de Roselend (1ª, km 46), para que se haga una escapada de calidad; y el último, Plateau des Glières (HC, km 143,5), para que se batan el cobre los favoritos. Miento: hay un puerto más, no puntuable, escondido, tendido, agónico después de tantísimo esfuerzo acumulado en las piernas, que se corona a 10 kilómetros de meta. Se llama Col des Fleuries y puede definir la Grande Boucle si corredores y equipos sueñan.

 
Fuente: Tour de Francia

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